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Semiótica (página 2)




Enviado por Daniela Del Villar



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 Semiotica General

Si puede mostrarse que más allá de la
diversidad y de las diferencias aparentemente irreductibles
(sobre las cuales se funda la noción de sistemas de
signos) hay
una perspectiva teórica unificante que da a cada signo,
cualquiera que sea el campo de las prácticas humanas al
cual se vincula, el mismo estatus teórico, entonces
podemos hablar de semiótica general.

Es necesario superar las diferencias observables en el
campo de los fenómenos de representación y de
significación, que los compartimentan en clases que no
tienen aparentemente ningún punto en común, para
estar en condiciones de fundar una semiótica general.
Desprenderse de la clase de los
fenómenos lingüísticos no será la menor
dificultad. En efecto, su importancia en las relaciones
humanas es tal que han dado lugar a modelizaciones profundas.
Su conocimiento
ha progresado mucho, creando un importante "defasaje
espistemológico" con los fenómenos no
lingüísticos. Esta atención prioritaria dada por la comunidad
científica a los signos lingüísticos explica
el ocultamiento provisorio de la cuestión de una
semiótica general a causa de una especia de imperialismo
de la semiolingüística. El debate es
tanto más difícil ya que la modelización
general producida por una semiótica general, cuando se la
aplica en el campo lingüístico, aparece
necesariamente como en retroceso desde el punto de vista del
poder
explicativo y plantea problemas de
retraducción muy complejos. El enfoque peirceano muestra que es
posible definir el signo independientemente de toda especificidad
y abre el camino hacia una semiótica general.

Condiciones De Una Semiotica General

Primeramente es necesario objetivar los fenómenos
de significación y construir a continuación un
modelo capaz
de "informarlos", es decir, de darles formas.

Como ya hemos observado, hay significación desde
que alguna cosa vale no para ella misma, sino para otra. Dicho
con más precisión, su fenomenología, es decir el efecto que su
percepción produce aquí y ahora en
una mente, introduce en esa misma mente la fenomenología
de otro objeto (la que, en cierto modo, está
necesariamente latente en esa mente). El criterio de
delimitación del campo de los fenómenos estudiados
por una semiótica general no puede ser más que
éste: ¿hay una o dos fenomenologías de
objeto en la experiencia vivida por un sujeto?. Entonces, una
semiótica general aparecerá en principio como el
estudio de una relación entre dos fenomenologías.
De esto se desprende que necesitará recurrir a una
descripción de los fenómenos
"ordinarios" (es decir, en los que los objetos percibidos
sólo valen para ellos mismos). Esta descripción
deberá permitir explicitar el "acoplamiento" de esas dos
fenomenologías que se encuentran en todo fenómeno
semiótico. Queda por precisar el contenido del
término "mente" lleno de connotaciones diversas. Deberemos
considerarlo sólo en su probada capacidad para establecer,
en condiciones históricamente datadas, correspondencias
entre fenomenologías de objetos. Deberá ser a la
vez particular, puesto que deberemos describir correspondencias
efectivamente establecidas por un sujeto dado en un instante
dado, y universal, puesto que las significaciones son "mundanas",
es decir producidas "en el mundo". La mente, o al menos su
contribución al fenómeno de significación,
deberá modelizarse. Finalmente, si enumeramos los campos
del saber que deberán cooperar en una semiótica
general, encontraremos: una teoría
de la percepción, una fenomenología de los
fenómenos "ordinarios" y una modelización del
intérprete en función de
su relación con el mundo. .

Semiotica Especifica

Las semióticas específicas se definen como
"gramáticas" (es decir, un conjunto de reglas
explícitas) de sistemas particulares de signos que
admitimos como datos de observación.

La autonomía de esos sistemas, su cohesión
y su independencia
de los otros signos se impondrían a todo observador.
Así sería de las lenguas, del lenguaje de
sordo mudos, de las señales
camineras, de los escudos, etc… U. Eco cuando trata los
sistemas de signos, observa con justa razón que pueden ser
más o menos rígidos, más o menos flexibles.
Los sistemas "rígidos", como el de los semáforos o
la estructura del
sistema
fonológico de una lengua,
parecen más objetivables -por tanto, más
fácilmente descriptibles en términos formales- que
los sistemas "flexibles", como por ejemplo la función
narrativa en los cuentos de
hadas rusos. La hipótesis subyacente es que el conjunto de
fenómenos considerados y aislados por este acto fundador
posee una organización y articulaciones
internas autónomas. Un buen ejemplo de este enfoque es el
"sistema de la moda" de R.
Barthes en el que el campo estudiado está delimitado a
priori a las producciones de los semanarios de moda (el "discurso de la
moda"). Para Eco, una semiótica específica puede
aspirar a un estatus científico en la medida en que
considere fenómenos "razonablemente" independientes de su
observación y que concierna a objetos relativamente
estables.

Habremos de observar que este criterio de independencia
del fenómeno frente a la observación no
podría constituir un criterio absoluto (puesto que,
incluso, esto tampoco se verifica en las llamadas ciencias
exactas) y que, además, puede verificarse, quizás,
de manera diferente pero siempre válida, en los casos de
los fenómenos de significación. El problema no es
tanto el de la constitución de un objeto de conocimiento
independiente de todo observador como el de la
adjetivación de ciertas clases de fenómenos.
Consideramos, como René Thom, que "toda ciencia es el
estudio de una fenomenología". Cuando la
fenomenología estudiada es aquel fenómeno que se
produce cuando se sueltan ciertos objetos pesados (la
caída de los cuerpos) y caen hacia el suelo, queda
claro que su estudio científico queda concluído al
anunciarse la ley de gravedad
universal.

Cuando la fenomenología estudiada es aquel
fenómeno que acontece cuando una cosa presente, percibida
por un sujeto humano, produce la presencia en la mente de ese
mismo sujeto de una cosa ausente del campo de su experiencia, el
problema de la actitud
científica frente a esta clase de fenómenos no es
fundamentalmente diferente. En efecto, en el primer caso se
produjo un modelo que se resume en la fórmula que liga a
los cuerpos pesados mediante la existencia de una fuerza que
depende de sus masas respectivas y de la inversa del cuadrado de
su distancia.

La aplicación de esta fórmula confiere a
todo experimentador un poder de previsión que le
asegurará el dominio completo
de esta clase de fenómenos. En el segundo caso, puede
adoptarse una actitud semejante; sin embargo no podría
plantearse a priori que la cientificidad deba conducir, como en
el caso precedente, a un dominio completo. Simplemente, es
necesario considerar que un paso hacia el
conocimiento y, en consecuencia, hacia un cierto dominio de
estos fenómenos, se concreta desde que un modelo, que
puede ser cualitativo, permite reducir lo arbitrario de su
descripción. .

Semiotica De La Produccion Y De La
Interpretacion

Para algunos, los dos procesos son
totalmente reversibles. Para otros, hay una disimetría
fundamental. Sin embargo, puede demostrarse que hay una cierta
dualidad que resulta de la anticipación de la interpretación en el momento de la producción.

La mayor parte de los autores se interesaron casi
exclusivamente en el problema de la interpretación de los
signos, partiendo de la opinión ampliamente expandida de
que la producción y la interpretación son procesos
absolutamente reversibles. De esto se desprendería que
describir la interpretación es describir también,
como en un espejo, la producción. Umberto Eco hace
inclusive de esta reversibilidad una característica de los
procesos semióticos. Contra esta afirmación puede
observarse que, si el productor es dueño del objeto que
elige para comunicar su mensaje (elección de palabras, de
grafismos, de gestos …, de configuraciones múltiples de
unos y de otros), el intérprete está obligado a
efectuar un trabajo de
reconstrucción de ese objeto (una semiosis inferencial )
que no llega necesariamente a reencontrar el mensaje
original.

En efecto, las relaciones singulares que productor y
emisor mantienen con las instituciones
de la significación son la que regulan su comunicación. Hay, entonces, una
disimetría a priori, puesto que el primero pone en marcha
algo ya presente en él, mientras tanto que el segundo debe
descubrir precisamente lo que el primero
actualizó.

Si no se puede conservar la noción de
reversibilidad para identificar producción e
interpretación, ¿cómo tomar en cuenta
formalmente las homologías de los dos procesos?. Lo que
hay que remarcar antes que nada es que toda producción es,
en alguna medida, una interpretación a priori efectuada
simultáneamente con la producción. Esto es lo que
quiere decir Jean Paul Sartre cuando
analiza su manera de escribir:

"Modifico las palabras en función de la idea que
tengo de él (el público), es decir de mí,
recibiendo lo que quiero escribir" (Obliques 18/19, entrevista con
M. Sicard).

Dicho en otras palabras, la producción es un
proceso de
incorporación de un pensamiento en
una configuración de existentes que se ubica bajo la
dependencia de una interpretación anticipada, respecto de
la que el productor se vuelve un intérprete más. En
este sentido participa en este proceso colectivo de
interpretación que describimos como una institución
social. Por parte del intérprete hay un proceso que va de
lo particular a lo universal, de lo individual a lo colectivo,
mientras que, de parte del productor, se va de lo universal a lo
particular y de lo colectivo a lo individual. Más que de
reversibilidad, que no diferencia los dos procesos, debemos
hablar de dualidad para poner el acento en la oposición
del "sentido de los recorridos" que diferencia producción
e interpretación según el esquema:

Semiolinguistica

Puede aplicarse este término a toda teoría
que hace de la lingüística el "patrón" de
todos los sistemas de signos
no-lingüísticos.

Si la lingüística, erigida en ciencia piloto
de las ciencias humanas, ocupa una posición preponderante,
al menos en Europa, ello es,
en el campo de la semiótica, fundamentalmente por razones
históricas. Así ha podido verse el desarrollo,
por simple "revestimiento" de conceptos surgidos de la
lingüística y de una de sus extensiones naturales (la
narratología), de lo que la Escuela de
París llama "mini-semióticas"
no-lingüísticas.

Por ende, éstas últimas están
subordinadas a la lingüística en virtud de la
afirmación según la cual las lenguas naturales son
los únicos sistemas de signos a los que se
traducirían todos los otros sistemas de signos,
considerando imposible la inversa. De ahí a tomar
sólo en cuenta objetos "convertidos en lenguaje",
explícitamente como R. Barthes o implícitamente
como la Escuela de París, hay solo un paso que franquean
alegremente los semiolingüistas sin demasiados
escrúpulos epistemológicos.

 Sin embargo no podría extraerse de la
génesis de una disciplina
relativa a una clase particular de signos, un principio
jerárquico que permitiera legislar acerca de la clase de
todos los signos. Convendría entonces limitar las
concepciones semiolingüísticas de los campos a los
campos en donde es realmente operativa y buscar las
articulaciones entre esos y una semiótica general que
propondría como principio no privilegiar ningún
sistema de signos, aún cuando sean tan importantes como
las lenguas naturales, de manera que todos los signos,
lingüísticos y no lingüísticos, tengan el
mismo estatuto teórico.

El diagrama de
pie de página muestra las relaciones de
subordinación entre campos disciplinarios que resultan de
las consideraciones precedentes (el conjunto punteado representa
los signos que pueden describirse según el modelo de los
signos lingüísticos). El presupuesto
semiolingüístico consiste en pretender que el
conjunto punteado coincide con el conjunto de todos los
signos.

¿Debe formalizarse o, incluso, matematizarze una
semiotica cientifica?

La historia de las ciencias
muestra que la forma acabada de una teoría
científica se alcanza cuando está matematizada
completamente en un modelo hipótetico-deductivo. Las
ciencias humanas podran alcanzar ese grado de acabamiento con tal
que las matemáticas tengan la capacidad de informar
(es decir, crear formas) sus características
particulares.

Kant escribía que: "en toda teoría
particular de la naturaleza, lo
científico, en el sentido propio de la palabra, no existe
sino en la cantidad de matemáticas que contiene". Leibniz
sólo concebía a las formulaciones
matemáticas ligadas a su aplicación, siendo la
producción de formalismos inseparables de las diversas
manifestaciones del sentido; Matesis y Semiosis debían
aprehenderse simultáneamente. De hecho estos filósofos representan una constante de la
epistemología de las ciencias humanas. Su
estatus científico está condicionado por la puesta
en práctica de un proceso de formalización cuya
articulación con el objeto estudiado debe explicitarse
totalmente y convalidarse mediante la práctica social. El
punto de vista enunciado precedentemente lleva a evaluar el estado de
desarrollo de las teorías
científicas a partir de su grado de formalización:
desde las doctrinas informes, es
decir de opiniones constitutivas de un sistema más o menos
coherente de conceptos y de relaciones entre conceptos, hasta los
sistemas hipotético-deductivos matematizados, hay un
abanico de estatus epistemologícos en el cual las ciencias
humanas están fundamentalmente del lado de las primeras y,
las ciencias exactas, del lado de los segundos.
Ubicándonos resueltamente en esta perspectiva, abogaremos
en favor de una matematización cada vez más
pronunciada en las ciencias humanas sin perder de vista el
valor
crítico de las opiniones "informes" y teniendo conciencia
permanente del carácter necesariamente reductor de la
formalización matemática. El principal escollo en esta
gestión
puede provenir de la tradicional acusación de imperialismo
para con las matemáticas. Es una actitud que objetivamente
funciona como un obstáculo epistemologíco que
será necesario superar en la medida en que se diferencien
en el orden del saber instituído los roles de
formalización y aplicación.

Relación Entre Pragmática Y
Semiótica

A la pragmática puede considerárasela como
el momento del análisis semiótico en el que se unen
la sintáctica y la semántica.

La pragmática confronta a las significaciones
elaboradas fuera de las realidades de las que surgen con esas
mismas realidades que pretenden configurar, es decir, a las
cuales dan sentido. Se expresa en forma de reglas o de
hábitos interpretativos admitidos como verdaderos en el
seno de una comunidad, en un período históricamente
datado. Constituye entonces el momento del análisis
semiótico en el que sintáctica y semántica
se unen.

C.S. Peirce está en el origen del pragmatismo en
cuanto movimiento
filosófico. Fué él quien formuló la
máxima del pragmatismo: "Considerar cuáles son los
efectos prácticos que creemos que puede producir el objeto
de nuestra concepción. La concepción de todos esos
efectos es la concepción completa del objeto". La
significación de un signo es pues el efecto que el signo
podría tener en cada circunstancia previsible.
Podría decirse que la semiótica de Peirce es
pragmática por construcción, mientras que en las
semióticas saussuro-hjelmslevianas estamos forzados a
aplicar las modalidades a las relaciones entre representante y
representado, concebidas en su origen como un ya-instalado
universalizado. Extendiendo el debate, vemos que la
concepción peirceana de la semiótica es
triádica (en el sentido en que la pragmática es el
momento de " tres en uno") mientras que las concepciones
saussuro-hjelmslevianas son didácticas o binarias. Esto
implica una gran dificultad para traducir de una a otra las
teorías semióticas elaboradas en las dos
tradiciones. El acento puesto hoy en la pragmática
lingüística debería permitir una
revisión crítica
de las concepciones diádicas en materia de
signos y de sentido y hacer caso omiso de muchas
dicotomías reductoras.

Relación Hay Entre Semiótica Y
Comunicación

Todo acto de comunicación puede describirse como
un par constituído por un signo producido por un emisor,
interpretado luego por un receptor. Su estudio combinará
producción e interpretación de un mismo
signo.

Queda claro que para avanzar en el conocimiento de los
signos es conveniente considerar aquello para lo que sirven
cuando son más o menos intencionales, es decir para
comunicar. Algo pasa de la mente del productor a la del
intérprete. Más formalmente, puede considerarse que
en todo fenómeno semiótico hay un traspaso a
través de un signo, de una cierta forma de relaciones que
está en la mente de un productor hacia la mente de un
intérprete. Esta forma de relaciones no habría
más que transitar por el signo, que se transforma,
según los términos de Peirce, en "un medium para
la
comunicación de una forma (o figura)" (el caso de los
signos naturales, que no tienen productor humano, debe estudiarse
aparte).

Es de destacar que en el acto de comunicación
definido como un par (signo producido-signo interpretado), el
productor tanto como el intérprete hacen referencia a la
misma relación de naturaleza institucional que liga al
signo con su objeto. El productor lo utiliza como "ya-instalado"
(un "comens" dice Peirce; es decir un "ser común") que le
permite elegir una cosa (el signo) y presentarla como el
sustituto de otra cosa ausente (el objeto del signo), con la
garantía (en el interior de su comunidad) de que un
intérprete eventual que comparta su cultura
tendrá la posibilidad de poner en funcionamiento la
relación empleada en el otro sentido (dualidad), como lo
muestra el esquema :

Vemos cómo se logra la comunicación cuando
el objeto del productor y el objeto del intérprete
coinciden (O = O`).

Relación Entre Semántica Y
Semiótica

Al definir a la semántica como la "ciencia de las
significaciones" puede considerársela como la ciencia de
aquello a lo que remiten los signos. Desde esta perspectiva
constituye un momento de la semiótica. Evitaremos
identificar semántica y semántica
lingüística.

En la conceptualización saussureana del signo, la
significación es inherente al significante. La imagen harto
conocida de la hoja de papel que tiene sobre una faz el
significante y sobre la otra el significado, de manera que todo
corte de una implica un corte de la otra, da cuenta adecuada de
esta concepción biunívoca y vehicular de lo que
representa: cortando los significantes en el ámbito
fónico, cortaríamos al mismo tiempo los
significados en el ámbito conceptual y, en consecuencia,
estudiar la lengua sería estudiar simultáneamente
las significaciones vehiculadas por las palabras. De hecho se
trata de un solo gesto fundador que produciría sus efectos
en dos niveles. Inmediatamente percibimos el tipo de dificultades
que vamos a encontrar en esta perspectiva: los signos
no-lingüísticos que no se presenten como las palabras
de la lengua y que no obedezcan a las mismas combinatorias
quedarán, en principio, fuera del alcance de esta
conceptualización y será grande la tentación
de reconducirlos hacia los signos lingüísticos, de
tal manera que aseguren una apariencia de universalidad de la
metodología. L. Hjelmslev y sus
continuadores han intentado escapar a la presión
histórica del modelo lingüístico
distinguiendo, en cierto modo, la cosa que representa y su
significación y, consecuentemente, la relación que
los une (ver pregunta 19).

Desde la perspectiva peirceana (anticipando la
clásica división formulada por CH.Morris) se
distinguen tres momentos constitutivos de la semiótica: la
sintáctica, que trata de aquello que representa, la
semántica, que trata de aquello que esta representado y la
pragmática, que extrae las reglas de uso que gobiernan, en
cada contexto de interpretación, las confluencias de esos
momentos. Puede pues asimilarse la semántica a un momento
de la semiótica, tomando el término "momento" en su
acepción filosófica.

Las Principales Teorías
Semióticas

A grandes rasgos pueden distinguirse tres concepciones.
Dos de ellas son binarias, es decir fundadas sobre pares opuestos
como significante/significado. La una, débilmente
formaliza, más bien da cuenta de la hermenéutica y se pretende ciencia de
revelación, incluso iconoclasta (R. Barthes); la otra
está formalizada(A. J. Greimas, Escuela de
París
) en una perspectiva generativista. Finalmente,
la semiótica triádica de C. S.Peirce
incorpora a la pragmática en su concepción
del signo.

Las teorías de A. J. Greimas y de C.S. Peirce se
presentan respectivamente en las zonas roja y amarilla. El
desarrollo histórico de la primera fué más
precoz. Apoyándose en la lingüística que fue
durante largo tiempo y que quizás aún
continúa siendo la ciencia piloto en Ciencias Humanas,
gozó de una aceptación extremadamente amplia y el
lector podrá recurrir a una rica bibliografía. Por el
contrario, los trabajos de Peirce esperaron durante largo tiempo
su publicación en los cajones de la Universidad de
Harvard; por otra parte, se publicaron en forma fragmentaria y
con cierto desorden. Está en marcha una edición
cronólogica pero insumirá al menos 25 años,
al ritmo actual de su edición y pese a todo no
agotará la masa considerable de sus escritos. Surgidos de
investigaciones lógicas, se presentan con
facilidad a la formalización e incluso a una
matematización muy rigurosa.

También es necesario señalar que, en un
campo tan vasto, con tantas aplicaciones específicas, la
tentación de teorizar en campos restringidos es grande.
Por eso asistimos a una abundancia considerable de pretensiones
teóricas fundadas sobre distinciones empíricas,
ciertamente pertinentes, que carecen de esa generalidad que
permite actuar científicamente reduciendo de manera
significativa la diversidad a la unidad.

Como curiosidad, citemos por ejemplo la
clasificación de Condillac (1746) que distinguía
"los signos accidentales, los signos naturales, los signos de
institución o aquellos que nosotros mismos hemos elegido y
que sólo mantienen una relación arbitraria con
nuestras ideas" y la definición de Elie Rabier (1886): "La
idea del signo implica tres términos: el objeto
significado, el objeto que lo significa y la inteligencia
que interpreta al signo pasando de la percepción del
objeto significante a la concepción del objeto
significado", muy cercana a la concepción
peirceana.

Conviene señalar finalmente varias teorizaciones,
algunas de las cuales intentan imposibles síntesis
entre teorías binarias y triádicas como la de
Umberto Eco y algunos ensayos
específicos como los de la Escuela de Tartu (Yuri Lotman),
la semio-física
de René Thom, la semiología del cine de
Christian Metz, etc…

3. Semiótica y
semiología : diferencias y congruencias

La Visión De Saussure De La
Semiología

La semiología (también conocido como
semiótica, sobre todo en EE.UU.) en lugar de
lingüística, nosotros no trataremos
lingüística aquí, pero necesitamos mirar a las
ideas de Saussure puesto que fue él quién puso la
piedra de fundación de semiología. De hecho, fue
él quién acuñó el término
(qué desarrolló de la palabra griega para signo).
Él usó la palabra Semiología para describir
una nueva disciplina: 'una ciencia que estudia la vida de los
signos en el corazón de
la vida social'[1][4]. Esta nueva ciencia,
dijo, nos enseñará 'de qué consisten los
signos, qué leyes los
gobiernan'. Como él lo vio, las lingüística
serían una parte de la abarcadora ciencia de la 
semiología que no se limitaría sólo a los
signos verbales.  

Diferencias  Entre Semiótica Y
Semiología

Oficialmente no hay diferencia, aunque el uso vincule
más semiología a la tradición europea y
semiótica a la tradición anglo-sajona. Sin embargo,
el uso de "semiótica" tiende a generalizarse.

Semiótica se construye a partir de la raíz
griega "sem" y en principio significó el estudio de los
síntomas. Semiología es de formación moderna
y, a veces, se utiliza semeiología (tanto como "semiotics"
en inglés). El primer congreso de la
Asociación Internacional de Semiótica (1969) se
decidió por semiótica. Es de destacar que en
inglés esta asociación se llama "International
Association for Semiotic Studies" lo que, a su vez, traduce un
deslizamiento terminológico del francés al
inglés y la gran heterogeneidad de los enfoques de los
miembros de la asociación que casi tan sólo
podían reunirse, al menos ante los ojos de los
anglosajones, bajo la bandera de "estudios semióticos" muy
vagos.

Ferdinand de Saussure (1857-1913), uno de los fundadores
de la tradición europea, define a la semiología, en
el curso de lingüística general, como la "ciencia
general de todos los sistemas de signos (o de símbolos) gracias a los cuales los hombres
se comunican entre ellos", lo que hace de la semiología
una ciencia social y presupone que los signos se constituyen en
sistemas (sobre el modelo de la lengua).

Para Charles Sanders Peirce (1839-1914), fundador de la
tradición anglo-sajona, la semiótica es la
"doctrina casi necesaria o formal de los signos" y "la lógica,
en su sentido general, no es sino otro nombre de la
semiótica". Observaremos cómo Saussure pone el
acento en el carácter humano y social de la doctrina,
mientras que Peirce destaca su carácter lógico y
formal. Estos dos enfoques no son los únicos.

 La fotografía.

Semiología De La
Comunicación

Es una corriente de la semiología que reconoce en
la intención de comunicar el criterio fundamental y
exclusivo que delimita el campo de la
semiología.

En consecuencia es la señal, en la que la
intención de comunicar está claramente expresada,
la que será objeto de la semiología. De hecho esta
concepción, a la vez muy restrictiva en cuanto al campo y
muy vaga en cuanto a sus límites
(¿cómo apreciar objetivamente una
intención?), merecería más bien el nombre de
"signalética", más aún, puede decirse que
corresponde a la parte institucionalizada de la semiótica,
la de los sistemas de signos explícitos y unívocos:
código
de la ruta, banderas, escudos, etc. Los representantes de esta
corriente son esencialmente E. Buyssens, G. Mounin y L. Prieto.
Puede considerarse que, prácticamente, la misma ha
desaparecido, habiendo agotado la descripción de los
escasos sistemas de signos totalmente explicables (en cuanto
unívocamente ligados a sus objetos) por las funciones que
cumplen en la sociedad y
para la que expresamente se construyen. Aunque Jeanne Martinet
(1973) diga la intención de comunicar no es un criterio
observable en el comportamiento
de un emisor, puesto que no se trata de otra cosa que de la
decisión de su voluntad tampoco es cuestión de
invocar el inconsciente, los actos fallidos, los lapsus, etc.
para ver hasta qué punto semejante concepción
sólo puede generar inútiles y ociosas
polémicas que no podrían desembocar en una acción
científica. Si podemos concluir sin esfuerzos acerca de
las intenciones de Pulgarcito, ¿qué puede decirse
acerca de las intenciones de un esquiador desaparecido en un alud
y de quien se ha encontrado su gorro?

Semiología De La
Significación

Desde que nos alejamos del campo de la señal (ver
pregunta 24), estamos en el campo de la significación que,
según nuestro entender, constituye el campo propiamente
semiótico.

En términos fenomenológicos, nos
preocuparemos, sobre todo, de lo que se produce en la mente de un
intérprete cualquiera cuando percibe algo, siendo otra
cosa aquello que tiene presente en su mente respecto de ese algo.
Encontramos aquí la problemática del objeto de la
semiótica.. Esta pregunta exige una toma de
posición unívoca sobre las acepciones en las que se
toman términos como sentido y "significación" y
también sobre el hecho de emplearlas en singular o en
plural. En efecto, ¿debe hablarse de semiología de
la significación o de semiología de las
significaciones?. En el primer caso se postula la existencia de
una significación única y normativa que se
trataría de reencontrar en cada acto singular de
interpretación y que permitiría invalidar todas las
interpretaciones "desviantes". En el segundo caso, las
significaciones se constatan, constituyen el producto de
actores sociales particulares y no se remiten a una
significación única sino en la relación de
lo individual a lo colectivo, de lo psicológico a lo
social. Esta significación toma entonces valor de
institución social, es decir de un estado
precario, contingente e históricamente datado. Las
significaciones particulares observadas son los momentos, en el
sentido filosófico, de una dinámica social. Ya no se trata de un
desvío, que es una categoría complementaria de la
norma, sino de una articulación a captar. A nuestro
entender, el peligro está entonces en hacer de la
semiología una ciencia normativa que prescribe las
significaciones en lugar de describirlas.

4. Comunicación y/o
significación

El funcionamiento de las sociedades
humanas es posible gracias a la comunicación. Esta
consiste en el intercambio de mensajes entre los
individuos.

Desde un punto de vista técnico se entiende por
comunicación el hecho que un determinado mensaje originado
en el punto A llegue a otro punto determinado B, distante del
anterior en el espacio o en el tiempo. La comunicación
implica la transmisión de una determinada información. La información como la
comunicación supone un proceso; los elementos que aparecen
en el mismo son:

·                    
Código. El código es un sistema de signos y
reglas para combinarlos, que por un lado es arbitrario y por otra
parte debe de estar organizado de antemano.

·                    
El proceso de comunicación que emplea ese
código precisa de un canal para la transmisión de
las señales. El Canal sería el medio físico
a través del cual se transmite la
comunicación.

Ej: El aire en el caso
de la voz y las ondas

Herzianas en el caso de la
televisión.

·                    
En tercer lugar debemos considerar el Emisor. Es la
persona que se
encarga de transmitir el mensaje. Esta persona elije y selecciona
los signos que le convienen, es decir, realiza un proceso de
codificación; codifica el
mensaje.

·                    
El Receptor será aquella persona a quien va dirigida
la comunicación; realiza un proceso inverso al del emisor,
ya que descifra e interpreta los signos elegidos por el emisor;
es decir, descodifica el mensaje.

·                    
Naturalmente tiene que haber algo que comunicar, un
contenido y un proceso que con sus aspectos previos y sus
consecuencias motive el Mensaje.

·                    
Las circunstancias que rodean un hecho de
comunicación se denominan Contexto situacional
(situación), es el contexto en que se transmite el mensaje
y que contribuye a su significado.

Ej: Un semáforo en medio de una playa
no

Emite ningún mensaje porque le falta
contexto.

La consideración del contexto situacional del
mensaje es siempre necesario para su adecuada
descodificación.

En el esquema clásico de Jakobson aparece el
referente que es la base de toda comunicación; aquello a
lo que se refiere el mensaje; la realidad objetiva.

Todos estos elementos que forman el esquema de la
comunicación tienden a conseguir la eficacia de la
información. Ésta se fundamenta en una
relación inversa entre la extensión de la unidad de
comunicación y la probabilidad de
aparición en el discurso.

+ Extensión de la unidad comunicativa à –
Probabilidad de aparición.

– Extensión de la unidad comunicativa à +
Probabilidad de aparición.

Este principio general de la teoría informativa
se manifiesta en el hecho empíricamente demostrado o
observado que las palabras o frases tienden a cortarse; tendemos
siempre a una economía del
lenguaje. Así un conferenciante que habla extensamente y
nos va diciendo lo que ya sabemos lo tintamos de "rollo", ya que
en este caso la relación no es inversa sino directa: mucha
extensión, mucha probabilidad.

Ruido y
redundancia.

Se denomina ruido a cualquier perturbación
experimentada por la señal en el proceso de
comunicación, es decir, a cualquier factor que le
dificulte o le impida el afectar a cualquiera de sus elementos.
Las distorsiones del sonido en la
conversación, en radio, televisión
o por teléfono son ruido, pero también es
ruido la distorsión de la imagen de la televisión, la alteración de la
escritura en
un viaje, la afonía del hablante, la sordera del oyente,
la ortografía defectuosa, la
distracción del receptor, el alumno que no atiende aunque
este en silencio…

Para evitar o paliar la inevitable presencia del ruido
en la comunicación es habitual introducir cierta
proporción de redundancia en la codificación del
mensaje.

La redundancia en el código del mensaje consiste
en un desequilibrio entre el contenido informativo y la cantidad
de distinciones requeridas para identificar.

+ Mensaje à – Información

La redundancia es la parte del mensaje que podría
omitirse sin que se produzca pérdida de
información. Cualquier sistema de comunicación
introduce algún grado de redundancia, para asegurar que no
hay pérdida de información esencial, o sea para
asegurar la perfecta recepción del mensaje.

Ej: Los niños
altos.

Plural masculino

La redundancia libremente introducida por el emisor
puede revestir las más diversas formas.

Ej. de redundancia: Elevar la voz, el subrayado, el uso
de Mayúsculas,…

 

Partes: 1, 2, 3

Partes: 1, 2, 3
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